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Sus nombres aparecen en prensa y televisión dando rostro a millones de mujeres condenadas a ocultarlo bajo un burka en Afganistán, pero la fama para una deportista en este país puede ser una sentencia de muerte además de un castigo que ha llevado a decenas de ellas a huir en los últimos años.

Tamana Talash Frotan aguantó y aguantó durante mucho tiempo el acoso diario al que los chicos la sometían por hacer deporte hasta que un día se cansó, se dio la vuelta y le soltó una golpe a uno de ellos dejándolo tan estupefacto como enojado.

El acosador, sorprendido y enfurecido, trató de reprimir la insolente respuesta de esta pequeña campeona surasiática de taekwondo de 53 kilos con un puñetazo que la joven convirtió en una humillación aún mayor para su agresor.

«Me sentí libre y fuerte», dijo a EFE Frotan con una sonrisa irreprimible.
La felicidad del relato se pierde pronto cuando empieza a contar con gesto de pesar cómo el haber sido 16 veces campeona en su país y haber logrado dos títulos internacionales han ido llenando su vida de problemas que no esperaba.

«Empecé haciendo taekwondo por mi salud, para estar en forma», recuerda, mientras habla de un deporte del que, a sus 22 años, ya es entrenadora.

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«Al principio no había ningún problema, pero cuando empecé a traer medallas mi padre comenzó a preocuparse», explicó la joven, también estudiante de medicina.

Frotan asegura que «cuando una chica se hace famosa es un problema en esta sociedad» y lo es también para las familias, que terminan viviendo entre el temor a que les pase algo y la frustración de no entender por qué no pueden ser como todas las demás.

«Si me hago más famosa entonces seré secuestrada o alguien querrá matarme a mi o a mi familia o algún suicida me atacará algún día», resume la joven.

«Me gustaría ser un chico», dice imperturbable.

Decenas de atletas, luchadoras y deportistas en general han dejado Afganistán en los últimos años por culpa de esa incomprensión familiar y social, la falta de recursos para practicar sus disciplinas y, sobre todo, el riesgo de convertirse en víctima de los secuestradores o los talibanes.

El vicesecretario general del Comité Olímpico Afgano, Mirwais Bahawi, reconoció a Efe que «es difícil dar un número exacto de mujeres deportistas que han salido del país, porque durante los últimos años decenas de ellas, lo que es un número importante, lo han hecho».
«Algunas incluso cuando se encontraban de gira por países occidentales», afirmó.

Entre ellas, figuran los nombres de la atleta Tahmina Kohistani, que participó en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 en los 100 metros, o la luchadora de Taekwondo Humaira Mohammadi, que optaron por seguir con el deporte lejos de su Afganistán natal.

 

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«Cuando un deportista, particularmente mujer, se vuelve famoso y atrae la atención, los problemas de seguridad automáticamente se multiplican en su contra», indicó Bahawi.
«Tenemos ejemplos de mujeres que han recibido amenazas de muerte y avisos de que se han vuelto objetivo prioritario para los secuestradores», explicó.

Como consecuencia, las familias se vuelcan en protegerlos pero no cuentan con fondos para todo, por lo que se quedan sin recursos para ayudarles a desarrollar sus carreras deportivas.

«Mi padre dice que si estuviésemos en otro país me ayudaría», indicó Frotan.

La luchadora sabe que tiene una gran responsabilidad con el resto de las chicas de su país, pero se encoge de hombros al explicar que en Afganistán hay cosas que no puede hacer, como abrir un gimnasio.

«Mis compañeras de clase dicen que quieren seguir mi ejemplo, yo las ayudo a que estén en forma, a que bajen de peso», dice sonriendo.

Pese a los avances que objetivamente se han ido produciendo en la nación asiática para las mujeres tras la salida de los talibanes del poder con la invasión estadounidense de 2001, Frotan se muestra muy escéptica y asegura que ella no ve diferencias.

Trabaja abnegadamente, echa muchas horas en el gimnasio, aunque no tantas como quisiera por la falta de recursos y de seguridad para ir y volver a su casa. Dice que todos los problemas tienen una única solución: «irme del país».

«¿Cuándo? Ahora mismo», responde.
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Fuente: EFE

Daniel Trapatoni, Exclusivo MasTKD