La española de 17 años ganó plata, pero ella es de oro y el mundo la ha referenciado como un ejemplo del deporte, quizá la muestra más tangible es el crecimiento exponencial de su cuenta de Instagram, que pasó de unos 10 mil seguidores a más de 110mil después de su aparición en Japón.
Cerezo enamoró al mundo, fue contundente, dinámica, matadora de leyendas, pero el match con el público se dio porque siempre se mostró feliz y sin presión en cada uno de los asaltos que disputó.
MASTKD conversó con su entrenador Jesús Ramal, director de la Escuela Hankuk, en Madrid; y reveló detalles tan interesantes como impensables.
El discurso de Ramal se basa en demostrar que es posible tener atletas sanos física y mentalmente, que rindan y que disfruten cada etapa del proceso.
«Nunca ha hecho bajadas de peso, ella ha ido acumulando trabajado, ha trabajado como si no fueran los olímpicos, ha hecho lo mismo de siempre. Nosotros seguimos normal, se la ha pasado bien, ha pasado en la playa. Este resultado ha sido porque ha ido feliz. El mayor reto para nosotros es mantener la misma dinámica de trabajo, quitar las interferencias externas. para ella ser campeona olímpica. Para ella no ha sido un esfuerzo grandioso, ella ha ido bien, ella se lo está pasando bien. Se lo ha tomado como un campeonato más», dice vía telefónica Ramal.
Para el entrenador, el primer pilar que ha llevado a Cerezo al éxito tan pronto fue ir paso a paso, sin brincarse etapas y sin exigirle más de lo que su cuerpo puede dar.
Después, con la locomotora marchando, el objetivo fue irla sumergiendo en la vida de alto rendimiento como espectadora, acompañando al equipo, viendo los combates, involucrándola en las charlas técnicas y así.
Ya con Adriana en el circuito, los trabajos diarios son de hora y media en época de colegio, pero en vacaciones o festivos son dos entrenamientos igual de hora con 30 minutos.
«Nuestra filosofía es: la calidad ante cantidad.»
Adriana y Jesús trabajan juntos desde que ella tiene 11 años, cuando llegó a Hankuk proveniente de otra escuela y la química y éxito fue llegando rápido, especialmente, por la personalidad de la joven y por disfrutar tanto el Taekwondo, explica el profesor.
«Las ganas, la sonrisa, esa apertura al Taekwondo, su humildad, ha hecho que nosotros en el 2017 hiciéramos un contrato franquicia con ella, tipo NBA. Solamente porque venía feliz a los entrenamientos», relató Ramal.
De hecho, el espíritu de Adriana es tan indomable, que confiesa su entrenador que es él quien debe ponerle freno, porque siempre quiere ir a mil.
«Ella es la que me exige a mí. Cuando la vi dije: esta niña es dinamita», dice entre risas el coach.
«Ella es la que me exige a mí. Cuando la vi dije: esta niña es dinamita.»
Aunque los focos mediáticos apuntan a Adriana, a Jesús, a Hankuk y a España; el entrenador dice que en todo esto hay un aprendizaje que no debe obviarse y que todos los entrenadores deberían tener en cuenta.
La mayor enseñanza es que el alto rendimiento no está en contra de personas saludables, alegres, felices, fuertes. Hemos llevado una atleta sana y mira el resultado que ha dado», concluyó Ramal.
Adriana Cerezo arrancó su carrera élite en 2016, en la categoría cadete. En aquella ocasión debutó con el oro del España Open. Con 17 años posee 33 eventos oficiales con 25 oros, tres platas y dos bronces. Está en el podio de los torneos a los que asiste, de forma ininterrumpida, desde el 2018; es la actual campeona sénior de Europa y su mayor secreto se basa en la respiración para meditar en sus momentos de mayor presión.